Futuro próximo. A la Tierra no le está yendo bien. Se termina la comida,
las plagas matan un cultivo nuevo cada año, hay continuas tormentas de
polvo, etc. Subyace la idea de que el hombre es un parásito para la
Tierra y que ésta intenta liberarse de él como mejor puede; en tal caso,
las plagas de los cultivos y todas las demás pestes podrían funcionar
como anticuerpos atacando al agente extraño. Ahora todos son (todos
tienen que ser) granjeros, incluso Cooper (McConaughey), que en su vida
antes del desastre ecológico era ingeniero y piloto con aspiraciones de
astronauta, y que ahora vive en una casa de madera rodeado de maizales y
trigales moribundos, junto a su suegro y sus dos hijos Tom y la pequeña
Murphy. Tras el prólogo familiar que da contexto y tira las pautas
gruesas de los personajes (personajes que en sí están trazados durante
toda la película de forma muy lineal, pero ¿cuándo hemos visto a Nolan
construir un personaje complejo?) nos lanzamos a la acción. En lo que
queda de la NASA el Dr. Brand (Michael Caine), su hija (Anne Hathaway) y
su equipo trabajan desde hace años en un proyecto para que la raza
humana sobreviva que implica buscar otro planeta habitable (otro planeta
para arruinar, digamos). Y acá entramos en el escabroso terreno de la
física cuántica, el viaje en el tiempo, los agujeros de gusano, los
agujeros negros, la teoría de la relatividad, etc., aspectos que vienen a
darle el revestimiento científico a la película y que más vale ver pero
no tocar. O se acepta todo o la película se deshace como espuma, así de
simple. Así que una vez desembarazados de los escrúpulos cientificistas
podemos abocarnos a lo que vinimos: acción y aventura en una
megaproducción espacial. Cuando la película se pone a eso consigue los
mejores momentos: tensión, dramatismo, vértigo. Esto hace que el metraje
no se haga pesado, porque el suspenso se sostiene en la pregunta ¿qué
va a pasar ahora? Pues bien, ¿qué es, a mi juicio, lo peor de la
película? El discursito de la doctora Brand sobre el amor y, por
extensión, la intención evidente de llevar la historia a un nivel
trascendental que acaba siendo muy pomposo. Me parece que Nolan
desconfía de sus espectadores. Prefiere explicitarlo todo cuando habría
sido mucho mejor haber dejado que las dotes actorales de McConaughey
hicieran ese trabajo (de hecho, lo hacen) de un modo mucho más indirecto
y sutil, y, por eso, mucho más efectivo. Pero no, Nolan tiene que
agarrar su película inmensa, visualmente subyugante, y convertirla en un
discurso sobre la condición humana. Para mí, es cansador. Se queda en
un 3 por todo lo bueno de los primeros dos tercios de metraje. Por Leo.
Puntajes:
Federico: 3
Fito:1
Gastón:
Leo: 3
Martín:
Rodrigo: 2
Promedio Tripartito: 2.25
Promedio Tripartito: 2.25
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