Misteriosas muertes están ocurriendo en Nueva York- limpiavidrios decapitados, gente que desaparece de techos, etc.- y para colmo, los policías encargados del caso (David Carradine y Richard Roundtree) tienen que enfrentar a un asesino en serie ritual. Nadie imagina que la clave de todo el asunto se encuentra en manos de Jimmy Quinn (Michael Moriarty) quien es a partes iguales un criminal incompetente y un retardado. Cine de monstruos ochentoso al que se le notan los años en los efectos (aunque yo soy fan del stop-motion) y en las horripilantes actuaciones de los secundarios. Es entretenida pero al final la narrativa se vuelve tan caótica que es imposible de seguir. Quedamos en un 2. Por Fito.
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