Determinado a resolver un asesinato y convencidísimo de que ganará un Pulitzer con ello, el periodista Johnny Barret (Peter Breck) se hace pasar por loco para poder ingresar a investigar al psiquiátrico del condado. Y si algo nos han enseñado filmes posteriores a este como Atrapado sin salida (que se le parece bastante) o aquella con Van Damme que se hacía pasar por un criminal para meterse en una cárcel e investigar un crimen, difícilmente la cosa salga bien. Fuller apuesta al delirio (por momentos casi lisérgico) y a generar una angustiante sensación de claustrofobia, pero hay que admitir que la película no ha envejecido del todo bien. Algunos recursos cinematográficos como la voz en off que constantemente nos muestra lo que piensa Johnny o las pesadillas que tiene son hasta involuntariamente humorísticas. Sumado a lo anterior, mucho ha avanzado la psicología desde entonces y la descripción de algunas psicopatías han quedado añares atrás (como muestra, basta la presentación que hace de las ninfómanas como si se tratara de una jauría de zombies hambrientas). Si tengo que destacar algo, me quedo con la larga fila de locos que van apareciendo a medida que Johnny hace su investigación: el que se cree el Coronel Jeb Stuart, el estudiante negro que cree ser el creador del Ku Klux Klan o el físico nuclear que piensa que tiene 6 años. 3. Por Fito.
Puntajes:
Federico:
Fito: 3
Gastón:
Leo:
Rodrigo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario