Un médico con poderes psíquicos (Anthony Hopkins) vuelve a trabajar para el FBI -luego de unos años alejado tras una tragedia familiar- en la caza y captura de un asesino en serie que podría llegar a compartir sus mismos poderes. Si les suena a algo muchas veces visto es porque lo es. La película parece referenciar los infinitos thrillers de asesino en serie que se hicieron entre mediados de los 90s y 2000 (luego del exitazo que significó Se7en) y como resultado entonces es de lo más genérica. Hay apenas algún apunte de interés- el asesino comete sus crímenes por piedad por tanto la verdadera utilidad de atraparlo es puesta en duda- pero queda bastante lastrado por lo poco inspirado de la realización (dónde apenas algún jueguito visual la saca del completo anonimato). Hopkins protagoniza en completo piloto automático y cabe incluso la duda de que esté durmiendo durante alguna que otra escena. Como complemento positivo andan Jeffrey Dean Morgan y Colin Farrell, que meten un poquito de ganas, y como contrapeso negativo Abbie Cornish que sobreactúa hasta el hartazgo. 2. Por Fito.
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