La historia de amor (en verdad, mucho más compleja que simplemente eso) entre Thomas Farrell (Robert Taylor) el abogado más cool de la Chicago post depresión, quien defiende gángsters aunque los desprecia, y Vicki Gaye (Cyd Charisse) la party girl del título, una corista que en un principio se mueve en un círculo cercano a la prostitución pero a partir de su relación con el abogado encamina su vida. La película plantea una historia con su grado de complicación, ya que la parte romántica pasa a un segundo plano a medida que el noir hace su aparición, desde que los gángsters (que son muchos, pero destacan Lee J. Cobb con el mejor personaje de la cinta y John Ireland haciendo uno de sus pasados de rosca habituales) empiezan a ver con malos ojos que el abogado escuche a la corista en eso de empezar a defender inocentes en vez de seguros culpables. La verdad que todo bien con la película de Ray pero no me funcionó demasiado la identificación con el protagonista (con ella sí) ya que por mucho que me pintes a los gángsters como unos jodidos bárbaros, hinchar por el delator no es algo que me cierre demasiado. Sumemos que hay un par de números de baile (estupendos, Charisse reluce) que cortan sin embargo el ritmo y un final que parece escapado de los Tres Chiflados dado el comportamiento absurdo de los malos, por lo que la película no califica tampoco para "recomendación imprescindible". Apenas 3. Por Fito.
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