La historia del legendario conquistador Alejandro Magno lo suficientemente condensada como para entrar (más o menos) en dos horas de metraje. No hay caso. Está visto que el pobre Alejandro no es un tipo con suerte a la hora de que su vida sea llevada al celuloide. Sin llegar a extremos como la espantosa versión de Oliver Stone, poca cosa sale bien en esta visión del director Rossen, quien se siente continuamente superado por el material que tiene entre manos. De poco le sirven los cientos -quizá miles- de extras si las escenas de batalla son un ejemplo de torpeza absoluto y la España transformada en Grecia es de cartoné en sus escenarios, vestuarios o incluso barbas de su elenco. Richard Burton tenía sólo 29 años al momento de dar vida a Alejandro, pero se siente todo el tiempo viejísimo (es lo que tiene cuando a los 29 años ya sos un borracho terrible). Nadie mete muchas ganas en un elenco donde asoman, tímidos, tipos como Fredric March, Harry Andrews, Stanley Baker o Peter Cushing. Y la versión hollywoodense del asunto -con declaraciones de "Guerra Santa" en boca de Aristóteles, justificando la invasión que hacen los griegos en Persia- le da visos de "libertades" históricas por decir lo menos. Ojalá algún día, alguien como el History Channel haga un "Vikings" con la historia del más grande conquistador de todos los tiempos. 2 y a la bolsa. Por Fito.
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