The D Train de Andrew Mogel (2015)

Extraña comedia con intenciones de drama que no llega a funcionar en ninguna de las dos ramas. Dan Landsman (Jack Black) es un gordito treintañero que tiene una vida nada destacable, pero nada deseñable tampoco: buena esposa, buen hijo, buena casa, buen trabajo. Entonces, ¿qué problema tiene Dan? No es popular. No lo fue en la adolescencia (periodo que evidentemente le marcó la psiquis) y no lo es en la adultez. ¿Por qué? Bueno, porque Dan es un ñoño. Es más, Dan es la peor clase de ñoño: el ñoño que intenta por todos sus patéticos medios que los demás noten que en realidad es un tipo muy cool. Porque, digámoslo, el ñoño que reconoce su ñoñez al menos accede al paraíso de los dignos. No es el caso de Dan. Resulta que este ñoño de Dan está organizando una fiesta-reunión de ex alumnos y se le mete en la cabeza que una forma de destacarse es conseguir que asista el tipo más popular de la secundaria, un tal Oliver Lawless (James Mardsen) que ahora vive en California y hace comerciales de bronceadores. La película no sabe lo que quiere, es como un auto manejado por un borracho que va dando bandazos, y el final, con su parodia de redención, es un misterio para mí. 1. Por Leo.

Puntajes:

Federico:

Fito:

Gastón:

Leo: 1

Rodrigo:

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