Yanji es la capital de Yanbián, en la región del noreste de China (fronteriza con Corea del Norte y Rusia) llamada Jilin. La colonia de coreanos es singularmente numerosa en esta región, y sus miembros son llamados "chosunjok". Extranjeros en todas partes, condenados a trabajos de mala muerte, los chosunjok suelen buscar mejor suerte en Corea del Sur, donde entran, muchas veces, ilegalmente. En este contexto nos sitúa la película: Gu-nam es un taxista en Yanji, muy hábil para perder al mahjong la plata que no tiene, lo cual no sería tan grave de no ser porque Gu-nam arrastra una deuda previa bastante pesada, una que contrajo para poder solventar el viaje de su esposa a Corea del Sur. De esa esposa hace seis meses que no sabe nada: ¿le pasó algo o los abandonó a él y a su pequeña hija? Las nefastas perspectivas económicas de Gu-nam lo vuelven especialmente apetecible para un mafioso local que necesita un sicario anónimo y descartable. La película es brutal. Su violencia es brutal. La elección del armamento habla claramente del tipo de violencia que le interesa: cuchillos, hachas, palos, cadenas y hasta huesos de animales. Acá no hay tiros. Las armas de fuego establecen una distancia entre el asesino y la víctima, son medios limpios. Acá no hay limpieza, no hay forma de salir limpio. El salvajismo se impone por su propia ley. Cuando el mafioso civilizado del sur se cruza con el asesino animal del norte, queda claro que se trata de dos especies humanas esencialmente distintas. Excesiva o inverosímil en sus combates cuerpo a cuerpo y sus extenuantes persecuciones, a la película no puede negársele su inmensa energía, su fuerza. Y mientras se convierte en un relato de acción pura, encuentra el modo para decir otras cosas, para susurrar una historia social y moral, una tragedia alegórica. Muy buena. Un 4. Por Leo.
Nota: El título internacional es The Yellow Sea.
Puntajes:
Federico:
Fito: 3
Gastón:
Leo: 4
Martín:
Rodrigo:
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