Uno con el cine aprende de todo. Por ejemplo, que es un chapandaz, que resulta que es un jinete que practica el buskashi. ¿Y qué es el buskashi, se preguntarán ustedes? Pues resulta que es una competencia ancestral entre jinetes a caballo que se practica en Afganistán y la zona cercana, dónde equipos de seis jinetes compiten entre sí por la captura y traslado de un carnero decapitado. En el interín que alguno de los jinetes toma el carnero y lo lleva a la "zona de anotación" (por decirlo de alguna manera) los demás le pueden hacer todo lo que quieran/puedan. Este juego salvaje tiene curiosas similitudes con El Pato que se juega en Argentina (aunque este es menos violento). Bueno, en la película que aquí nos ocupa, tenemos al Gran Tursen (inolvidable Jack Palance) antiguo campeón de Buskashi, quien prepara a su grupo para participar en el primer juego que se hará en Kabul, en honor al Rey. Para dirigir a sus chapandaz llama a Uraz, su hijo (Omar Sharif, en un protagónico perfecto), un gran jinete al que sin embargo vivir bajo la sombra extensa de su padre lo ha tornado un hombre oscuro, vanidoso, orgulloso y temerario. De esta premisa- y del brutal juego de Buskashi, que resulta ser algo tremendamente violento de ver- es que se desprende lo que será toda la película y el viaje que Uraz deberá hacer- cargado de sacrificios- para aprender a vivir bajo sus propios términos. O no, porque si algo tiene el brillante guión de Dalton Trumbo es que no hace concesiones o se prodiga en conclusiones fáciles. Frankenheimer pone mucho de su parte y el resultado es un clásico filme setentero, austero y pausado (algo pausado de más, por momentos) con particular destaque para una hermosa fotografía de paisajes afganos. Un buen 4. Por Fito.
Puntajes:
Federico:
Fito: 4
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