Death Rides A Horse de Giulio Petroni (1966)

Una pandilla de forajidos asalta un rancho buscando 20 mil dólares y mata a casi todo el mundo. El único sobreviviente, un niño, pasa los siguientes 15 años de su vida transformándose en un pistolero perfecto para buscar evidente venganza sobre aquellos que arrasaron con su familia - y a quienes logrará identificar por ciertas cosas que notó en esa noche nefasta, tales como un arete, una cicatriz, una espuela, etc- pero se cruza en su camino otro pistolero, uno veterano en este caso, que tiene sus propios planes para la pandilla en cuestión. Ejemplo clásico de spaghetti western y prueba fehaciente que dicho subgénero es siempre al menos entretenimiento digno, incluso cuando viaja a velocidad crucero como es el caso que aquí nos ocupa. Protagoniza Lee Van Cleef con el oficio de siempre- y algunos de sus trademarks registrados, como la pipa- como el pistolero veterano. Como Clint Eastwood estaba lejos, Franco Nero era caro y Terence Hill demasiado gracioso, para el pistolero joven nos conformamos con John Phillip Law, que tiene tanta expresividad como una tabla de planchar ropa. Y aunque los giros del (básico) guión son de esos que se ven a la distancia, el talento del director Petroni y una inolvidable (como siempre) banda sonora de Ennio Morricone, alcanzan y sobran para disfrutar al menos mínimamente esta película. Un 3 de pasarrato. Por Fito.

Puntajes:

Federico:

Fito: 3

Gastón:

Leo:

Rodrigo:

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