El exitazo de El Señor de los Anillos no sólo disparó un revigorizado gusto por las historias de espada y magia sino que además consagró la trilogía como una de las franquicias más rentables de los últimos años. No podía pasar mucho tiempo antes de que la industria tornara a ver nuevamente la obra de Tolkien y apostara por algún otro de sus relatos (que no son demasiados). Luego de un desfile de nombres al respecto de quién encararía la adaptación de El Hobbit- siendo el de Guillermo del Toro uno de los confirmados, quien cumplió en definitiva con el rol de guionista- la responsabilidad recayó nuevamente sobre Jackson.
El Hobbit: un viaje inesperado se ubica 60 años antes de lo ya contado en El Señor de los Anillos. La Tierra Media vive en paz y- si bien ya hay atisbos de la desgracia que se avecina- en clara prosperidad. Todos menos los enanos, que como pueblo, carecen de hogar (su devenir tanto en el prólogo que cuenta el ataque del dragón Smaug, como su intento de recuperar Moria se cuenta entre lo mejor de la película) y esta es su historia. Un grupo de 13 guerreros enanos viajarán hasta La Colina Solitaria en busca de recuperar su hogar. 13 guerreros y un hobbit. Y como buena historia de aventuras, es un viaje signado por los riesgos, los peligros, los muchos enemigos y los pocos aliados.
El Hobbit cuenta con muchos aciertos y unos pocos defectos. Entre estos últimos, la desmedida duración de la cinta (169 minutos) alimentada por varias escenas inconducentes- la mayoría de ellas con la única función de crear un vínculo entre esta historia y la trilogía anterior (puntualmente un inútil prólogo entre Ian Holm y Elijah Wood, como el viejo Bilbo y Frodo, un concilio que se sostiene en Rivendell sólo para que aparezcan Hugo Weaving, Cate Blanchett y Christopher Lee en sus personajes de Elrond, Galadriel y Saruman, respectivamente) y una cierta demora de comenzar a contar la historia, producto de un par de prólogos. Pero una vez la historia comienza- esto es, el viaje se inicia- es una montaña rusa de emociones y aventuras.
Entre los varios momentos destacables se cuentan los ya mencionados flashbacks que cuentan las guerras de los enanos, una extensa secuencia dentro de una montaña (con un vertiginoso enfrentamiento con trasgos) y el genial duelo que sostienen Bilbo y Gollum (quien aquí pierde el anillo de marras, como se vio en la trilogía). Y todo funciona muy bien por dos motivos fundamentales: el elenco- donde Ian McKellen disfruta muchísimo con un Gandalf que se sabe de memoria, pero Martin Freeman hace propio a Bilbo Bolsón desde la primera secuencia y un sobrio Richard Armitage enaltece a Thorin, Escudo de Roble, líder de los enanos- y que para Peter Jackson este es un regreso a casa.
El universo de la Tierra Media creado por Jackson cuenta con una lógica, una contundencia y una catadura a toda prueba. Y es para todos los espectadores que disfrutaron con su trilogía original prácticamente volver a vivirla. Se puede acusar entonces de que Jackson no arriesga y se limita a hacer más de lo mismo o que sigue ordeñando la misma vaca que le ha brindado beneficios. Pues en cuanto a quien suscribe, bienvenido que así sea. Los beneficios que le han brindado la Tierra Media y Tolkien no han sido sólo para Jackson sino también para todos nosotros, la audiencia. Sólido 4. Por Fito.
Puntajes:
Federico: 4
Fito: 4
Gastón: 4
Martín:
Rodrigo: 4
Promedio Tripartito: 4.00
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