Por lo pronto, se puede admitir que La Huésped es una película honesta. Ya desde su tráiler, como desde su sinopsis, queda claro que la nueva película del director Andrew Niccol –quien otrora fuera un artista a seguir, luego de haber dirigido la estupenda Gattaca- es un producto pensado para el rápido consumo de adolescentes, en especial féminas, más interesado en desarrollar rosas historias de amor por improbables que sean que una historia compleja o elaborada. Yendo incluso más atrás, es de suponer que es algo ya reconocido desde la novela de Stephenie Meyer, quien luego de arrasar las bateas de las librerías con su saga de vampiros enamoradizos, buscara repetir la fórmula que tanto éxito le había dado. Nadie que no esté interesado en este tipo de historia debe perder su tiempo con La Huésped, sea en formato libro o película, eso está claro y las propias obras no pretenden tampoco escapar al público cautivo ya generado.
Y hay que reconocer que aspectos de la premisa de La Huésped son muy interesantes. El mundo tal y como lo conocemos ya no existe. De hecho, se ha erradicado la pobreza, la contaminación, el calentamiento global, el hambre y las enfermedades. El costo, sin embargo, para que todo esto se lograra ha sido alto. La humanidad es una especie en extinción, ya que una raza de alienígenas parásitos ha invadido La Tierra, poseyendo a la amplia mayoría. Estos parásitos distan mucho de ser malvados. Simplemente son. Y para ser, erradican a la humanidad –al menos sus mentes- en beneficio del planeta mismo. Evidentemente, a pesar de esta amoralidad que podría ser motivo de jugosos debates filosóficos, a los pocos sobrevivientes humanos que van quedando les interesa poco y nada, más concentrados en escapar con sus cerebros en su lugar.
Justamente, la protagonista de esta historia es una de los pocos humanos en fuga, Melanie (Saorise Ronan) huye de los aliens junto a su hermano menor, pero con tan poca fortuna que es atrapada ni bien comienza la película. Y ya desde ahí son notorias las torpezas de la misma. Melanie no es jamás construida como personaje, ya que en minutos está ahí tan inexpresiva como los demás poseídos- los aliens funcionan a la usanza de la tradición de Usurpadores de Cuerpos y los atrapados se vuelven inalterados e impasibles- y pasa a presentarse como Wanderer, su nueva identidad. Poco nos puede importar el destino de Melanie, ya que la película no cuidó nunca de desarrollar nuestro interés, pero Melanie sobrevive en algún lado de su cuerpo y comienza a tener diálogos internos con Wanderer- a quien pronto bautizarán Wanda, para acortar- que son probablemente el punto más flaco de todo el relato. Los diálogos, cursis, pueriles, muy mal escritos, generan además un amplio rango de humor involuntario, que nos remite a películas mucho mejores que la que aquí nos ocupa, como era aquella delirante comedia de Steve Martin ¡Hay una chica en mi cuerpo!
Pronto Wanda/Melanie da con la resistencia y aquí la cosa mejora apenas, ya que aparecen otros personajes que dan variedad al asunto (especialmente un entregado William Hurt, quien aporta como si importara). Obviamente, esto es Meyer y el heredero de Crepúsculo, por lo que pronto se desarrollará el triángulo amoroso entre la muchacha y dos de los jóvenes valerosos de la resistencia (y en un claro error de casting, ambos candidatos junto con un tercero son interpretados por actores desconocidos con notable parecido físico entre sí, lo que hace por momentos imposible resolver a cual de ellos la protagonista está brindando su atención).
La cosa evoluciona por los canales habituales y al fin, no será la resistencia armada lo que asegure la supervivencia de la humanidad, sino el cariño y el amor. La premisa es esa desde un principio y no le importa las preguntas cínicas que pueden formularse, como por ejemplo cómo es posible que alcancen pocos días para desarrollar vínculos entre especies tan distintas (una tan milenaria que pasa por inmortal y los simples humanos) o como lograron los invasores, que en apariencia son tan inanes para someter sin resistencia el mundo entero. Si usted es de aquellos que se pregunta tales cosas, no es La Huésped su tipo de película. En cambio, si es una preadolescente de 13 años con ganas de ver chicos rubios (ah, si, la resistencia es bastante monocromática y los únicos exponentes de otras etnias están allí para morir rápidamente) besándose, es su filme sin lugar a dudas. 1. Por Fito.
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