Kill Your Darlings de John Krokidas (2013)

Ginsberg, Kerouac, Burroughs... estamos metidos hasta el cuello en los albores de la generación beatnik. Ginsberg (Radcliffe la juega de pusilánime y le sale bien, aunque sin grandes matices) deja la casa paterna (deja allí a su madre mentalmente inestable y a su famoso padre poeta), para entrar a la Universidad neoyorquina de Columbia. Es el santurrón que ha ido allí para estudiar, no fuma, no bebe, no se droga, es virgen, es gay, pero todo eso va a cambiar rápidamente (menos el último ítem, claro). En Columbia conoce a Lucien Carr, de quien se enamora rápidamente. Lucien, que está bajo el dominio de David Kammerer, una especie de mentor que es, a su vez, su proveedor (de droga, de dinero, de trabajos académicos listos para presentar) conduce a Ginsberg al submundo de la metropoli. Básicamente, esta historia de iniciación se estructura alrededor del asesinato de Kammerer a manos de Carr, mientras pinta el panorama de la época y el surgimiento de la "nueva visión" a través de la mirada de Ginsberg. ¿Problemas? La película no te mueve un pelo. ¿Qué hace que Lucien sea objeto de obsesiones tan poderosas? Ni idea. Hay que confiar, porque no hay una sola escena en la que uno pueda sentir siquiera algo parecido a lo que sienten Kammerer, Ginsberg y Kerouac por el pálido y escuálido muchachito rubio de ojos azules, y aquí todo trasciende el asunto de la homosexualidad o la heterosexualidad, porque el tema es este: la incapacidad de concebir un personaje subyugante que funcione como motor real de la acción. Mucho debe tener que ver, con este problema, la elección de un gélido Dane DeHaan para interpretar a Carr. Un 2. Por Leo.

Puntajes:

Federico:

Fito:

Gastón:

Leo: 2

Martín:

Rodrigo: 2

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