Howl de Paul Hyett (2015)

El tren nocturno de Waterloo a Eastborourgh hace una parada inesperada a mitad de un bosque. Ha atropellado algo y el conductor baja a mirar... lo que sigue a continuación es una desesperada batalla por sobrevivir para el puñado de pasajeros a bordo, liderados a duras penas por el joven guarda (un convincente Ed Speelers, a años de distancia- para su propia fortuna- de aquel desastre llamado Eragon), contra lo que parece ser un gigantesco monstruo convocado por la luna llena. Hay un arranque brioso, muy brioso, dada la contundencia con la que filma Hyett y la íncomoda presentación que se hace de los personajes (gente muy molesta viaja en los trenes nocturnos, parece) y hasta promediar su historia todo viene saliendo bien de bien. ¿Y después? Ah, el después. Eso que tanto, pero tanto, le cuesta al género de horror. Después tenemos las tonterías de siempre: el personaje mordido que empieza a tener síntomas extraños y no se nos ocurre ni aislarlo o siquiera atarlo, el personaje que incluso después de haber visto morir tres o cuatro personajes más y haber enfrentado de primera mano a un monstruo se mete solo en el oscuro bosque a ver qué es ese ruido o el personaje que reaparece heroícamente al final sólo para dar su vida por los protagónicos. En fin, o sea, que pasa lo de siempre. Los lugares comunes se la tragan por completo y arruinan lo que venía siendo una pequeña joyita. Queda en un 2. Por Fito.

Puntajes:

Federico:

Fito: 2

Gastón:

Leo:

Rodrigo: 2

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