El último filme de Jarmusch es una colección de sus peores marcas personales potenciadas hasta el hartazgo. Más que película, creo que es un ejercicio psicológico o test mental para que el propio espectador descubra cuales son los límtes de su propio control (perdés cuando , finalmente, le tirás con un zapato a la pantalla). Visualmente es impecable, no lo niego... pero que carajo hacen John Hurt, Gaerl García Bernal y otros más largando esos parlamentos tan torpes? Bill Murray, el malvado del filme, dice la única línea coherente de todo el metraje. Un pálido 2. Por Martín.
Puntajes:
Christian:
Fito:
Gastón:
Martín: 2
Rodrigo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario