En un año donde las adaptaciones cinematográficas de historieta son resonante éxito- el reboot de Spiderman para Marvel, el cierre de la trilogía de Batman para DC- no es de extrañar la llegada al celuloide de personajes más oscuros, de menos presencia mediática. Judge Dredd, personaje creado por John Wagner y Carlos Ezquerra para la revista británica 2000 AD en 1977, cumple esa condición amén de ser relativamente conocido para el público general a raíz de la primera versión cinematográfica del personaje, protagonizada por Sylvester Stallone en 1995. Pero Dredd, un policía cuasi fascista en un futuro distópico dónde es juez, jurado y verdugo, tiene sus particularidades.
El año es impreciso (según la historieta, pasamos el 2100 pero en esta adaptación todo ocurre más cerca, a la vuelta de la esquina. De hecho, si quitamos algunos aspectos mínimos tecnológicos -como el arma o algún equipo de los jueces- podría ocurrir hoy) pero nos encontramos en un futuro desolado, donde Estados Unidos fue arrasado por alguna catástrofe y los sobrevivientes se han nucleado en una monstruosa ciudad, Megacity 1, dónde se aúnan 800 millones de personas. Allí el caos es amenaza constante y lo único que separa a la ciudad de la anarquía son los jueces.
Ya desde un principio, el encare de la historia que hacen su director Pete Travis (Vantage Point) y el guionista Alex Garland (autor de la novela La Playa) es diferente. Está filmada de una manera realista y casi sin ningún asomo de humor (que era lo que en cierta medida salvaba a la historieta, su humor negrísimo, de ser una apología del fascismo). Es un futuro hiperviolento, de hecho el uso del 3D parece cumplir su función a modo de glorificación de la sangre: es utilizado para ver sangre saltando en cámara lenta, balas atravesando cuerpos, ondas expansivas deformando cuerpos, etc., y dónde la única solución es la ejecución rápida e inmediata. En este contexto es que conocemos a Dredd (un Karl Urban inspirado y no, no se quita el casco en toda la película para alegría de los fans de la historieta) el mejor de todos los jueces. Poco y nada a modo de presentación y eso es en sí mismo un acierto. Nada de historia de gestación u origen. Esta es la ciudad, este es el contexto y este es el personaje.
Vamos al grano. Que es en definitiva la investigación que hace Dredd junto a la jueza novata Anderson (una Olivia Thirlby muy convincente) de un triple homicidio en un megablock (edificios de este futuro que contienen a 75 mil personas por lugar) que termina por enfrentarlos en los 200 niveles cerrados del lugar con una drug-lady llamada Ma-Ma (Lena Headey divirtiéndose de lo lindo y aprovechando cada centímetro posible el envión de fama que le da Game of Thrones). No hay mucho más. Los jueces avanzan y luchan por sobrevivir en un espacio cerrado donde son superados ampliamente en número- en un argumento muy similar al de la imprescindible The Raid (de facturación indonesa)- con escenas que no desprecian el gore o la violencia extrema.
Personalmente, no soy un detractor de la versión de Stallone, la que creo que tenía sus aciertos (sobre todo la estética) y sus fallas (Rob Schneider y todo su humor pavo). La versión actual no tiene fallas importantes pero tampoco tiene mucho vuelo. Sin embargo, en un contexto donde los blockbusters de acción andan desenfocados (basta con ver Los Indestructibles 2 o El Legado Bourne en nuestra cartelera local) Dredd 3D cumple ampliamente lo que se propone: entretener. Y eso no es poca cosa. Sólido 3. Por Fito.
Puntajes:
Federico:
Fito: 3
Gastón:
Martín:
Rodrigo: 3
La acabo de ver y la verdad es que no está nada mal. Coincido con uds. en que se parece mucho a la película tailandesa pero tiene varias cosas a favor: una, Karl Urban es mucho mejor Dredd que Stallone, es decir el tipo da con el personaje a pesar de que solo se le ve la mandíbula, dos, las escenas de acción están muy bien logradas, tres, Lena Headley como la mala está estupenda, cuatro, no tiene más pretensiones que eso: ser una peli de acción, y creo que cumple. También tiene cierto aire a videojuego de momento. Pero en fin.
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