Boyhood de Richard Linklater (2014)

39 días de rodaje a lo largo de 12 años. Este es el asunto insoslayable en cada comentario acerca de Boyhood, la historia personal de un niño común (pero un poco soñador y con alma de outsider), perteneciente a una familia de clase media y trabajadora. Me parece curioso que se dedique tanto interés a un aspecto que tiene que ver mucho más que ver con el "making off" de la película que con la película en sí. Y sin embargo, es muy representativo del modo en que parece vivirse el cine como industria: los aspectos técnicos adquieren cada vez más importancia en el imaginario del espectador (presupuestos manejados, locaciones, tiempos de rodaje), en detrimento de aspectos más sustanciales, aunque, claro está, menos cuantificables. Es evidente que una de las preocupaciones centrales en la cinematografía de Linklater es la forma en que las relaciones afectivas cambian a lo largo del tiempo, y, de hecho, sus creaciones más representativas parecen ser experimentos con el tiempo: su trilogía "Antes de" comienza en 1995, con Antes del amanecer, continúa en 2004 con Antes del atardecer, y se cierra en 2013, con Antes de la medianoche: el tiempo fuera de la historia, para los espectadores, es el mismo que ha transcurrido dentro de ella, para los personajes. La pregunta es, ¿esto es apenas una curiosidad o tiene una implicancia real en la historia? La tiene, claro está. Es evidente que Ethan Hawke y Julie Delpy echan mano a su propia experiencia vital (sus propios experimentos con el tiempo, digamos) para ponerla al servicio de sus personajes. Dicho esto, hablemos de Boyhood. Aquí, Ethan Hwake es el padre ausente, divertido, liviano, irresponsable, dicharachero, izquierdista; Patricia Arquette es la madre presente, seria, responsable, estudiosa, esforzada. Están separados. Sus hijos son producto de un romance juvenil que dio frutos demasiado pronto. Mason (Ellar Coltrane), el hijo menor, lo ya dicho: un niño con fuerte tendencia a la introspección y la contemplación, que a medida que crece se vuelve más antisocial y "antisistema" (encajando bastante bien en cierto paradigma del perfecto adolescente raro); y Samantha (Lorelei Linklater) es la mayor, lo opuesto a su hermano en prácticamente todos los puntos. La trama no nos depara nada excepcional, porque de hecho la historia es pequeña: la mamá se casa un par de veces, más para proveer una familia y una figura masculina presente para sus hijos que por un entusiasmo real o una necesidad propia; el padre va y viene como una especie de adolescente tardío; los chicos crecen y van enfrentando como pueden los desafíos de ese crecimiento; todos los involucrados se plantean sus interrogantes respecto al paso del tiempo, el avance de sus vidas y el sentido de ese avance. La pregunta subyacente siempre es: ¿para qué? Y el gran error es pretender responder esto, porque lo mejor de la película está cuando los personajes reconocen que no saben, que no tienen ni idea, cuando confiesan su decepción o cuando se limitan a callar: "Pensaba que había más", dice Arquette, en la que quizá es la escena más conmovedora. ¿Cuándo la caga Linklater? Cuando intenta dar una respuesta reconfortante, vitalista y bienintencionada a la pregunta, con un grupo de universitarios aullándole al cielo en el desierto: "Estamos aquí para sentir", el slogan que parece ser la puerta por la que Mason se reconcilia con la vida luego de un fracaso amoroso juvenil. ¿Cuál es el peligro de comenzar un proyecto como este con un niño de 6 años? Que nada te asegura que ese niño pueda convertirse en un actor capaz de soportar el peso de la película que estás construyendo a su alrededor, y, en cierta medida, eso pasa: una vez que se vuelve adolescente, Ellar Coltrane no parece estar a la altura del reto, con serios problemas para trasmitir las emociones de su personaje. Apunte final: los dos padrastros están muy bien y son responsables directos de algunas de las escenas que se sienten más tensas de todo el metraje (de 3 horas, innecesario). Un 3. Por Leo.

Puntajes:

Federico: 3

Fito:

Gastón: 3

Leo: 3

Martín:

Rodrigo:

Promedio Tripartito: 3.00

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