Llamarle minimalista a esta historia de fantasmas casi romántica es ser un exagerado de campeonato. Una mujer (Mira Sorvino) se va a una cabaña en el medio de la nada a escribir y empieza a ser “vigilada” (creo que es una palabra adecuada) por el fantasma de un hombre (Shane West). Se le aparece el novio de visita y la mujer comienza a comportarse de manera extraña, confundiendo la realidad con la ficción. Mal actuada en general, especialmente Shane West está duro como una tabla, y para peor con ese maquillaje de dos pesos que ni se para que lo hacen así. Poco y nada, tan mínima que termina por no pasar nada. 1 punto. Por Rodrigo.
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