Burt Lancaster (que nunca fue un gran actor como algunos se empeñan en afirmar) es un pistolero que comanda a una cuadrilla de forajidos (en la que hay gente como Ernest Borgnine, Charles Bronson y Jack Elam) que llega a México para hacerse con oro (aprovechando la contingenencia de que, como todos sabemos, los mexicanos son unos indios vestidos de blanco, muy torpes y con rostros de simios). A ellos se les suma Gary Cooper, en la piel de un antiguo coronel del Sur en decadencia. Ah, lo olvidaba: por ahí anda el emperador Maximiliano I pavonenadose y haciendose con lo que va quedando de oro. Con esos ingredientes, la mesa está servida. ¿Qué falla en el menú? Lancaster, que no se porque mierda se empeña en sonreir en cada escena; la forma en que Aldrich y su guionista se cargan a algunos secundarios y el tono insultante para con México (señal de una época). Igual da para un 3 pero de esos tres que bailan sobre las aguas del dos, o sea, un débil 3. Por Martín.
Puntajes:
Federico:
Fito: 3
Gastón:
Martín: 3
Rodrigo:
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