De todos los géneros cinematográficos probablemente sea el horror aquel que mayor cantidad de subgéneros ha parido. De zombies, de vampiros, de hombres lobo, slashers, de documental encontrado, de monstruos, de exorcismos, etc., etc., etc. Y justamente un subgénero se consolidó con la Posesión Infernal original (Sam Raimi, 1981): el de la cabaña en el bosque. Con una premisa más sencilla en comparación a los otros- un grupo de personas queda aislada en una cabaña en un bosque a merced de un mal innominable- no ha sido tan frecuentemente transitado, pero aún así no faltan los ejemplos (en especial las copias de la película original y sus continuaciones a lo largo de la década del 80 y más recientemente hay por lo menos dos ejemplos dignos de mención: Cabin Fever de Eli Roth en el 2002- justo antes de que Roth consolidara con Hostel su propio subgénero de horror: el torture porn- y la gloriosa The Cabin in the Woods de Drew Goddard en 2011) de su transitar durante las últimas tres décadas.
La premisa es aquí tan sencilla como siempre. Un grupo de jóvenes viajan a una cabaña apartada -en esta ocasión se trata de una muchacha adicta a las drogas que junto a su hermano y unos amigos tratará de desintoxicarse en ese lugar apartado- uno de ellos comete el error de leer el “Libro de los muertos” (que es pasos más acá, pasos más allá, una encarnación del Necronomicón de Howard Phillip Lovecraft) y pronto, surgen demonios que irán poseyendo a los jóvenes uno a uno. Cualquiera que vaya a ver Posesión Infernal sabe lo que le espera (el propio tráiler ya despejaba cualquier tipo de duda) y en ese aspecto no encontrará mayores sorpresas. La versión actual de Álvarez respeta plenamente a la original e incluso a sus secuelas y se permite incluir numerosos homenajes a aquellas (la motosierra, el Chevy, el plano subjetivo que corre entre los árboles, etc.) pero no sólo se acerca a ellas con notorio amor y respeto, sino que Álvarez (junto a su coguionista Rodolfo Sayagues) apuestan por crear su propia mitología a partir de la historia, algo que queda por demás claro ya desde la estupenda escena de apertura (que incluye además otro homenaje al cine de Sam Raimi, en este caso a su más reciente Arrástrame al Infierno).
Esta mezcla de respeto y personalidad propia es lo que hace de Posesión Infernal un buen remake y una buena película. Porque por encima de todo, asusta. Filmada con mucha inteligencia- se aprovechan locaciones reducidas al máximo- una gran banda sonora del español Roque Baños y unos efectos especiales espeluznantes (lo que volvía involuntariamente risible la película original- unos efectos espantosos- acá propone más de un momento donde hasta el más veterano espectador de cine de horror tiene que entornar los ojos) Posesión Infernal desarrolla una hora y media de buen cine de género, convincente y efectivo, que no cae nunca en la parodia sino que por el contrario, se toma ciertamente en serio aquello que está contando (aunque incluye, esos sí, un par de momentos de humor negrísimo que suelen involucrar elementos cortantes). Para esto, dedica un buen tiempo del metraje a la construcción de sus personajes- condición inevitable para lograr luego que nos importe su suerte- dedicándole especial atención a los dos hermanos y su tormentosa relación. De la mano de esto último cabe indicar que el joven elenco de caras desconocidas que protagoniza la película cumple más que decentemente con su trabajo (en particular Lou Taylor Pucci en el rol de Eric, el desafortunado responsable de liberar los demonios).
Más allá de que se trate de una película escrita y dirigida por uruguayos en Hollywood, lo que sin duda despertará mucho más interés local del que despertaría un remake de una película de horror normalmente, es un buen primer largometraje en todo sentido. Cabe aclarar si que es esencialmente una película de género, salvajemente sangrienta además, por lo cual no amantes del horror deberían abstenerse. Por el contrario, para aquellos que disfrutamos de horrores inmencionables, demonios desatados y masacres horribles, cumple en toda regla y es extremadamente recomendable. Sólido 3. Por Fito.
Puntajes:
Federico:
Fito: 3
Gastón:
Martín:
Mauro:
Rodrigo:
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