Veiroj, a quien pueden identificar en el rol de Gerardito en 25 Watts, dirige una visión increíblemente localista de un adolescente uruguayo de la comunidad judío-uruguaya. La película como trabajo en si, falla por tantos lugares que me cuesta un poco ordenarme para empezar. Primero, en cuanto al trabajo de dirección en si, se ve demasiado elemental, como una tesis de fin de carrera de un "nuevo director". El relato es torpe, el guión (del propio Veiroj) se sacude entre lineal, monótono y parco, por utilizar adjetivos suaves. La fotografía es de principiantes, con encuadres de primer semestre de la carrera de ciencias de la comunicación, tiene problemas de iluminación, y las actuaciones son demasiado amateurs, casi como si juntáramos a vecinos y amigos y los filmáramos con una handycam. Por si fuera poco, el planteamiento argumental está dirigido a los 15 mil miembros de la comunidad judío-uruguaya, casi que con alevosía, ya que creo que nadie de fuera de la comunidad entiende las guiñadas y las bromas internas. Para el resto de nosotros, apenas tiene lo "simpático" que es identificar lugares muy comunes y caras conocidas. (Por ejemplo aparece un fotógrafo que fue el de mi boda). Otro problema interesante son los horrores de producción, que seguramente alguien de afuera no nota, pero yo que soy uruguayo los se, ambientada en principios de los 90, con autos modelo 2000 en la vuelta, matrículas del año 2006, y en una escena de un baile, la balada del momento es Carrie de Europe que es del 88; imagino, sin querer ser malo, que la mayoría de esos problemas obedecen a falta de presupuesto únicamente. Lo curioso es que hasta le han dado premios internacionales, que únicamente puedo justificar por una cuestión de que a los españoles y europeos les resulte "exótico" lo que ven. Un 2 por lo agradable que es identificar lugares en la pantalla. Por Rodrigo.
Christian:
Fito:
Gastón:
Martín:
Rodrigo: 2
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