Tenemos a Emanuel (Kaya Scodelario) una adolescente traumatizada por el hecho de que su madre muriese dándola a luz. Está enojada consigo misma y se lo hace pagar a todos los demás con una actitud de mierda cinco estrellas. A su vez, es totalmente personal, es una chica cool con estilo propio. O sea, vive una vida atormentada, pero no desatiende su guardarropa. Tiene un buen padre (Alfred Molina) que luego de criarla solo, ahora tiene una nueva esposa, que será un poco tonta y fastidiosa, pero que tampoco ese ese inmenso dolor de huevos que sí es la chica atormentada. Y llega el día en que a la casa de al lado se muda una mujer joven, Linda (Jessica Biel) con su bebé, Chloe. A partir de este momento la historia se enrarece mucho. La película usa un recurso clásico: el del personaje secundario que llega con sus propios asuntos sin resolver y enfrenta al personaje principal a sus represiones, sus muertos en el armario. La resolución es tan melodramática y simplista, en línea con alguna rama blanda de la psicología (bien podría estar inspirada en uno de los libros del farsante que es Jorge Bucay), que si la película venía tambaleándose, ahora se precipita irremediablemente hacia un 1 lánguido y con pretensiones lacrimógenas. Por Leo.
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