Philip Lewis Friedman (Jason Schwartzman) es un narcisista escritor neoyorquino treintañero al que las personas que lo conocen no dudan en describir como "un bebé y un idiota", "un desgraciado cruel" y un "egoísta poco sentimental". Philip ha obtenido cierto reconocimiento y sus posibilidades de convertirse en una de las figuras del panorama literario son buenas. La llegada del tan ansiado éxito le sirve a Philip para restregárselo en la cara a todos los que él siente que lo decepcionaron o despreciaron en el pasado. A esta altura no creo que sea necesario decir que hay cierto ensañamiento por parte del guión y la dirección para convertir a Philip en un personaje absolutamente antipático, casi detestable. Uno podría pensar "bueno, lo que pasa es que es joven". Y entonces entra en escena un escritor ya consagrado, Ike Zimmerman (Jonathan Pryce), una especie de sucedáneo de Philip Roth, el escritor judío contemporáneo por antonomasia (nota: uno de los personajes más populares de Roth, que además funciona como alter-ego suyo, se llama Zimmerman). Y Zimmerman es un ser despreciable, egoísta, incapaz de demostrar afecto por su hija ni por nadie que no sea él mismo. Y así se queda todo, la película entera gira en torno a estos egos venenosos y sobredimensionados, como el papel higiénico da vueltas en el agua antes de perderse para siempre en el vórtice oscuro. 2. Por Leo.
Puntajes:
Federico:
Fito:
Gastón:
Leo: 2
Rodrigo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario