Cuando la vida nos separa y la pobreza arrecia, un club de barrio, gloria de otra época, naufraga en profunda decadencia. La realidad es dura y consume la vida de los involucrados; entrelazando caminos, decepciones, esperanza, desilusiones, tristezas y sueños a través de los años, que hoy en día cobran caro el pasaje del tiempo. Campanella nos entrega una historia íntima, delicada, emotiva, contundente, dramática, tierna; una verdadera joya de un cine argentino que periódicamente nos recuerda que el presupuesto no lo es todo, y muy sobre todo, que hay gente talentosa en serio del Ecuador al sur. Ricardo Darín es, sin temor a equivocarme, un grande de todos los tiempos del cine de habla hispana. Eduardo Blanco es Amadeo, al mismo tiempo un alcohólico y el último romántico que se rehúsa a caer. Mercedes Morán, contundente como madre que sale adelante sola y como puede; Silvia Kutika, es una esposa sola, que quiere reencontrar la sal de la vida, y que el corazón vuelva a latir. Valeria Bertuccelli es la ingenua, jovencita, baqueteada por traiciones, que encuentra donde menos espera y sin buscar amor en tiempos de cólera; Daniel Fanego, como siempre rindiendo por kilo, es el que siguió adelante y de ratos se olvidó de mirar atrás y hoy espía de lejos buscando su provecho, en un antagónico tremendo. Gracias señor Campanella, por una visión cálida, por una historia con huevos, por las risas, por los llantos, por el cariño y el cuidado que hay en esta perla, gracias por su luna de avellaneda. 5 no alcanza, no se pierdan esta historia. Por Rodrigo.
Puntajes:
Christian: 2
Federico: 4
Fito:
Gastón: 4
Martín: 4
Rodrigo: 5
Promedio Tripartito: 3.80
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